Picasso disfrutaba respondiendo descaradamente a este tipo de
preguntas formuladas a quemarropa y desprovistas de un contexto significativo.
Generalmente se considera que Picasso era apolítico en tanto que rara vez o
casi nunca dejó que la política se infiltrara en su arte. El artista se declaraba
pacifista y comunista y español, se afilió al partido comunista al igual que
otros compañeros artistas y una vez cuando al preguntársele cuál era su
posición, declaró que era monárquico, porque España era una monarquía, y que si
España fuera una república él sería republicano. Todo aquel que mantenía una
discusión con él advertía al momento su agilidad mental y su negativa a dejarse
arrinconar o a tener que expresar su conformidad con ideas que no eran las
suyas.
Sus respuestas no se deben tomar en sentido literal. Muchas de las
declaraciones que se consideran evasivas o intencionadamente engañosas eran
sencillamente respuestas espontáneas o descaradas a preguntas de sondeo o
imposibles de contestar.
Hasta 1936 a pesar de los estrechos contactos que mantenía con su país
de origen, nunca se definió públicamente en torno a las circunstancias que
condujeron a la guerra civil. Picasso había hecho gala más bien
de apoliticismo y desde luego parecía haberse desentendido, en su exilio
voluntario y dorado, de lo que sucedía más abajo de los Pirineos. Incluso
durante la confusa agonía de los primeros días, cuando fueron asesinados tantos
seres inocentes, llevó adelante sus planes de tomarse unas vacaciones.
Las
biografías de sus amigos contienen opiniones contradictorias acerca del alcance
de sus ideas políticas. D. H. Kahnweiler, su amigo y marchante durante mucho
tiempo, declaró a menudo que Picasso era el hombre más apolítico que había
conocido. De acuerdo con Christian Zervos, Picasso se mantuvo durante mucho
tiempo indeciso ante los acontecimientos de su patria mientras estaba en
Francia.
De acuerdo con una observación de Gertrude Stein, citada a menudo, a
Picasso no le preocupaban tanto los acontecimientos como el hecho de que éstos
se hubieran producido en España. En sus declaraciones y en su producción
artística anterior a la guerra civil española no hay apenas indicios de una
especial preocupación por las dramáticas luchas políticas que tenían lugar
en su patria. Calificar la obra de El Guernica como una obra política sería
limitar su significado. Picasso detestaba los encargos pero al final
aceptó. Más allá de una simple protesta El Guernica es una obra que capta el
horror y la barbarie de la guerra, un tema atemporal y universal. Este punto de
vista lo podemos corroborar con una entrevista en una exposición de
carteles de Nueva York sobre la guerra civil española Picasso declaraba lo
siguiente:
“La guerra de España es la batalla presentada por la reacción contra el pueblo, contra la libertad. Toda mi vida como artista no ha sido otra cosa más que una lucha continua contra la reacción y la muerte del arte. ¿Cómo podría pensar nadie ni siquiera por un momento que yo pudiera estar de acuerdo con la reacción y la muerte?... En el mural en el que estoy trabajando y al que llamaré Guernica, y en todas mis obras recientes, expreso con claridad mi aborrecimiento hacia la casta militar que ha sumido a España en un océano de dolor y de muerte”.
La
obra de Picasso cumpliría sólo a medias su finalidad propagandística. Pues lo
que aquí olvidamos es que el arte es estrictamente un asunto de experiencia, no
de principios, de ahí que muchos artistas e intelectuales de avanzada exigían
que el artista, siguiendo libremente su
propio espíritu radical, tomase parte en la transformación dinámica de la
sociedad aunque ello implique hacer un arte de difícil lectura o, incluso,
abstracto. Según esto, El Guernica, por lo demás síntesis de distintos estilos,
más allá de la simple protesta, habría que valorarlo como símbolo de la cultura
que se opone a la violencia, o lo que es lo mismo, aboga por la creación
artística frente a la guerra que todo lo destruye.
Quizá así pueda explicarse la aparente
contradicción entre su compromiso político y el modo de plasmarlo en el arte,
pues por encima de todas las cosas lo que el artista defiende es su propia
libertad interior, al considerar que su búsqueda estética es algo que sólo a él
le atañe, y le exige ser coherente con el camino emprendido.
Esto explica que, años después, a la
pregunta de Secker, de por qué pintaba de un modo tan difícil de comprender
para la gente, Picasso respondiera, zanjando de una vez por todas este juego
ambiguo entre arte y política:
“Pinto
así porque mi pintura es fruto de mi pensamiento. He trabajado durante años
para obtener este resultado y si diese un paso atrás sería una ofensa al
pueblo, porque lo que hago es coherente con mi pensamiento. No puedo emplear
recursos convencionales sólo para darme la satisfacción de ser comprendido. No
quiero descender a un nivel inferior.”
Bibliografía consultada:
ARIAS SERRANO, L., "La guerra civil española como catalizador del pensamiento polñitico de Picasso. Miró y Dalí", Anales de Historia del arte, Madrid, 2010.
CALVO SERRALLER, F. El Guernica de Picasso. Ed. Tf, Madrid, 1999.
VV.AA.Todo Picasso. El mayor genio español del siglo. Ed. Unidad, Madrid, 2001.
Pablo Picasso manifestó públicamente que era Comunista y Republicano.
ResponderEliminarNo se quien habra escrito este articulo confuso, o realizado con algún interes? De seguir confundiendo al pueblo español.