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El Guernica es custodiado por la Guardia Civil en el Casón del Buen Retiro |
Son muchas las cuestiones que hicieron que el cuadro se estableciera por fin en el MNCARS. En primer lugar, dentro del Casón del Buen Retiro el cuadro quedaba, de alguna manera como un intruso dentro de ese lugar bajo una bóveda pintada al más puro estilo barroco: la presencia del cuadro en el Casón había transformado un salón de baile del s XVIII en una morgue. Pese a su incomodo entorno, su capacidad de atracción no había disminuido en modo alguno. Solo en los dos primeros días más de 5000 personas cruzaron las puertas del Casón; así como al mismo tiempo, toda una serie de productos comerciales inspirados en El Guernica, volaban de las estanterías. En realidad el Casón no era el Museo del Prado e instalarlo en él había sido una solución improvisada, un arreglo rápido para acelerar su repatriación. El Guernica en el Casón resultaba una parodia. En términos de conservación y museográficos, era un fracaso, situado en el desafortunado contexto del Casón, el cuadro tenía el raro aire de un absoluto anacronismo que había dejado de representar un papel fundamental en la historia del arte hispano.
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El Guernica sale del Casón del Buen Retiro en 1992 |
En segundo lugar los vascos y catalanes no estaban muy conformes de que el
lienzo estuviera en Madrid. Pero esto no tendría tanta significación como otro
tipo de polémicas mucho más importantes que llevaron a que el cuadro se
trasladara, como viaje final, al Museo Reina Sofía. El Guernica debía formar parte, entonces, de un nuevo
proyecto de Museo Contemporáneo a la orden del día, como lo era dentro del MOMA
de N.Y. La intención de trasladarlo a otro lugar generó por supuesto también
detractores, desde el propio MOMA a la familia Picasso, ya que la intención del
propio Picasso era exponer el cuadro en el Museo del Prado.

La llegada de El
Guernica al Reina Sofía supondría la configuración de una colección con un
núcleo muy poderoso y atractivo, devolviendo por contrapartida la vida que el
cuadro había perdido en su odisea. En palabras de Antoni Tàpies: “El
Guernica sería la pieza estrella que dará coherencia al resto del arte español
contemporáneo. Es como si, por fin, el arte contemporáneo pudiera estar de
nuevo en presencia del padre”.
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Llegada del cuadro al Reina Sofía el 26 de julio de 1992 |
El gran traslado se produjo el 26 de julio de 1992, un año especialmente
fructífero para una España que ansiaba renovarse con acontecimiento con las
Olimpiadas o la Expo, rompiéndose muchos de los estereotipos y fantasmas
asociados a el país en el extranjero. Se había extendido por fin el deseo de
normalizar España, y de mostrar al mundo exterior que su joven democracia era
robusta, y que la mentalidad española era esencialmente europea. En palabras de
Manuel Borja-Villel, actual director del Museo reina Sofía: “Del cristal
antibalas y los guardias civiles custodiándolo a mostrarse en el contexto que
le corresponde, compartiendo espacio con sus contemporáneos Calder, Reanud,
Julio González y Miró, es no solo un elemento que tiene que ver con la
contextualización histórica y artística de una obra, sino también con el
contexto político de un país”.
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